Señora de Calatayud
Extraño año este, en el que las ganas de fiestas y las celebraciones han tenido que ceder su sitio a la prudencia y a la responsabilidad, para poder luchar más eficazmente contra un enemigo invisible. La mortandad que ya ha causado y la que todavía puede provocar ese “bicho” de tan raros nombres (“coronavirus SRAS-CoV-2”, o “virus de la enfermedad COVID 19”), nos ha obligado a tomar medidas preventivas de diversos tipos, que ni siquiera imaginábamos allá por el mes de enero.
Estos días no veremos por las calles de Calatayud a Nuestra Señora la Virgen de la Peña, como sería lo normal, ni tendrán lugar actos multitudinarios en el tiempo que hubieran debido durar sus fiestas. Y prácticamente tan solo vamos a tener presente su imagen en una misa, con aforo limitado.
Pero también se pueden ver las cosas de otra manera: Puede ser una buena y aprovechable ocasión para la reflexión y para el recogimiento. A fin de cuentas, las fiestas son en su honor, en honor de la Virgen, y quienes tengan fe (que no a todos nos es dada) y le tengan devoción, no tienen en verdad por qué sentir pena por ese aparente distanciamiento de Ella, o experimentar diferencias reales con relación a otros años, porque sin duda la van a tener y sentir igual de cerca que siempre. Y sus rezos no harán daño a nadie, ni nos vendrán mal.
Los demás, sigamos comportándonos responsablemente, como venimos haciendo y como a todos nos corresponde; y conformémonos con tener esperanza en que al año que viene las cosas volverán a ser como antes.
Saludos a todos.