FUENTELSAZ/MILMARCOS.- Migaña: “Dica, la cimila acurva gallarda”

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Una jerga gremial vinculada a los tratantes de finales del siglo XIX


La Comarca Comunidad de Calatayud se trata de una de las comarcas señeras dentro de Aragón, desde que en el siglo XII la ciudad bilbilitana y un buen número de lugares y villas conformaran la “comunidad”. Una unión destinada a la organización de una defensa militar común y su ordenación económica y administrativa. Como todos conocen incluso llegó a ser provincia en 1821.
Según el libro La Comunidad de Aldeas de Calatayud en la Edad Media, de José Luís Corral, la comarca estaba dividida en Sesmas teniendo como patrón los ríos: Miedes (Perejiles), sesma del río de la Cañada (Ribota), sesma de Berdejo (Manubles), sesma de Ibdes (por el Piedra), sesma del Jiloca y sesma del río Jalón.
A lo largo de la historia de la comarca pertenecieron a la misma tanto los municipios actuales como otros, incluso de otras comunidades autónomas, como los casos de Albalate de Ariza o Milmarcos entre otros.

La migaña o mingaña
Precisamente en alguna de estas tierras castellanas que en su día pertenecieron a la comarca de Calatayud y que mantienen lazos todavía de unión al compartir algún servicio, nos encontramos con una jerga gremial en desuso y en riesgo de desaparecer: la migaña en Milmarcos o mingaña en Fuentesalz.
Se trata de una jerga utilizada principalmente en Fuentelsaz y en Milmarcos, dos localidades al norte de la Comarca de Molina de Aragón y frontera con Aragón. Un código cuyos orígenes se atribuyen las dos localidades y de tradición oral.
Una forma de hablar utilizada en su día (finales del siglo XIX y principios del XX) vinculada principalmente  a  gremios como esquiladores, muleros, ganaderos, músicos y comerciantes. El objetivo, que pudieron hablar libremente entre ellos cuando tenían que desplazarse a otras localidades,  sin que en los tratos el contrario pudiera entender los pactos del resto o los vecinos del municipio donde se encontraban. Se trataba de hablar sin que los lugareños los pudieron entender tal y como nos comenta el alcale de Milmarcos, Fernando Marchán. "En Milmarcos lo hablaban principalmente los esquiladores y los músicos, que por motivos laborales salían del pueblo a otras localidades".
La migaña no se trata de un idioma sino de palabras inventadas que carecen de estructura gramatical, no hay artículos sino sustantivos, adejtivos y algún verbo.
En Milmarcos se la conoce como migaña y en Fuentelsaz como mingaña. Sus disputas no solo versan sobre quién se atribuye esta jerga sino que hasta en el nombre cada pueblo ha realizado su propio retoque. Apenas se habla hoy, salvo los pocos mayores que quedan en estos pueblos y algunos habitantes que siempre se han interesado por esta peculiar forma de hablar como es el caso del alcalde de Milmarcos, "lo aprendí de joven escuchando sobre todo a las personas mayores que lo utilizaron en su momento al trabajar fuera del pueblo".

Lo poco que aún se conserva de esta jerga hay que atribuirlo a personas como Blanca Gotor, hija de esquilador, licenciada en Bellas Artes y autora de algunos cuentos y de un diccionario en mingaña. Pero también a escritores como Tomás Gismera, que igualmente tiene un libro sobre esta jerigonza, y  a asociaciones como la de Amigos de Milmarcos o el propio Fernando Marchán.
Un código secreto gremial muy vinculada en su día, sobre todo, a las ferias de ganado, a los esquiladores de la zona y a los músicos y que corre el riesgo de desaparecer, en unas tierras, junto con Campillo de Aragón donde fueron muchos los esquiladores que practicaban este oficio junto con el de tratantes de animales.
Algunos ejemplos: “Dica, la cimila acurva gallarda”: mira, la chavala es guapa; juanmonda, esquilador; mondar la pelusa, esquilar; morchete, vino; garrapasio, frío; marmón, hombre o escacha, mujer.

Torralba de Ribota
TORRIJO DE LA CAÑADA
Sisamon
CODOS
Ibdes
CABOLAFUENTE
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