Aragón, sin lugar a dudas, es tierra de viento, teniendo nombres propios para cada una de las ventoleras que nos azotan. Por un lado tenemos el cierzo, nuestro viento más famoso y el que más molestias nos suele ocasionar. Es un viento de componente norte, un viento frío y fuerte, que corre especialmente en el Valle del Ebro y en las zonas más altas, un viento que nos despeina y a veces hasta nos atonta la cabeza.
Por otro lado tenemos el bochorno, viento del sur o sureste, intenso, muy cálido y sofocante, que nos agobia en verano, cuando como a veces decimos "sopla el Sahara", y que nos trae noches de calor intenso y agobiante.
Y así estamos en Aragón una veces fastidiados por el cierzo, frío y fuerte, y otras sofocados por el insoportable bochorno. Es decir a veces nos movemos entre guatemala y guatapeor, en invierno jodidos de frío y en verano agobiados de calor, y encima como decían los Ixo Rai: "Y el mar tan lejos de aquí...". Pero aún así de pie y aguantando en esta tierra dura todos los elementos.
Por eso he elegido este nombre para estos artículos, que intentaremos ir escribiendo cada una o dos semanas, sobre todo dedicados mayoritariamente a la política aragonesa y bilbilitana, porque muchas veces en política los aragoneses tenemos que soportar vientos, huracanes, borrascas y granizos, agobiados por unas políticas o sofocados por otras acciones de nuestros gobernantes.
Azotados entre el cierzo y el bochorno.... situados geográficamente entre el centralismo asfixiante de Madrid y el estúpido ultranacionalismo excluyente catalán, movidos por esas dos fuerzas ajenas, que nos sofocan y agobian.
Y sacudidos también por otras dos fuerzas: una izquierda española socialista-podemita aferrada al poder y a la que le falta un discurso propio en esta tierra, y una derechona que raras veces se acuerda de esta tierra aragonesa, y a veces hasta desprecia nuestra singularidad y nuestras instituciones, (hasta imponernos diputados cuneros que son concejales en Madrid... ¡madre mía, y nadie dice nada!).
Pero hablaremos también de nuestros pueblos, de sus esperanzas, de la gente que se va, pero sobre todo de la que se queda y de la que viene, de cómo desarrollar nuestras localidades, pues tenemos más de lo que nos creemos y podemos hacer muchas cosas y dar mucha guerra todavía.
Lo dicho aguantaremos bien fuertes el cierzo y el bochorno, pero también nos moveremos entre la esperanza y las oportunidades, intentando no caer en el desencanto al que tan dados somos en esta tierra.
Para finalizar quiero agradecer a toda la gente del grupo Comunicación Calatayud, con Paloma, Cristina, Toño... la confianza mostrada, y la oportunidad de poder volver a encontrarme con todos ustedes en un medio escrito, y en este nuevo proyecto digital tan ilusionante y necesario en Calatayud.