Esta Semana Santa las procesiones no recorrerán las calles de nuestros pueblos pero eso no quita que podamos experimentar las sensaciones que nos transmiten estas fechas.
Para ello es importante acudir a nuestros sentidos: al olfato con el olor a incienso; al gusto con el sabor de la limonada o los garbanzos con congrio; a la vista, utilizando la iluminación con velas; al tacto, mientras elaboramos las torrijas o cuando se nos pone la piel de gallina al recordar ciertos eventos de la Semana Santa; y por último y no menos importante, el que vamos intentar haceros llegar hoy (a pesar de que sea éste un medio escrito), y no es otro que el oído.
Lo más probable es que en lo primero que hayáis pensado haya sido en el sonido de los tambores, bombos y cornetas. Sin embargo, hay un sonido que se ha olvidado y que no es otro que el “ruido” de las carracas y las matracas.
Se cree que son originarias de Asia, fueron introducidas en la Península Ibérica durante la época de dominio musulmán, y posteriormente pasaron al ámbito religioso cristiano, extendiéndose desde aquí a Europa y América. Tanto las matracas como las carracas (en algunos sitios de esta zona también podemos oírlo como carracla, con ele entre la ce y la a) son instrumentos musicales de percusión, de la familia de los idiófonos1 y construidas en madera; pero, existen algunas diferencias entre ellas, que vamos a ver a continuación.
Existen gran variedad de matracas: desde pequeñas de mano hasta algunas de gran tamaño portadas en peanas. El mecanismo más habitual en estas últimas se basa en diversos mazos situados entre una serie de tablas fijas en forma de aspa que conforman una rueda que hace percutir los mazos al girar. En el caso de las de mano, los martillos se sitúan sobre una pequeña tabla sujeta a un mango y que la persona que la porta, al moverla de arriba abajo, hace sonar.
En cuanto a las carracas, producen el sonido por un mecanismo distinto. En este caso serían los dientes de una rueda, que al girar, hace saltar consecutivamente una o más lengüetas (a diferencia de la matraca dónde lo que resuena es el martillo al golpear sobre una tabla). También pueden ser de mano, las más conocidas, o de gran tamaño, haciéndolas sonar a través de una manivela.
Además, el origen etimológico de ambas palabras nos da una pista de su diferencia. Matraca viene del árabe y significa "martillo", mientras que carraca tiene un origen más incierto aunque todo apunta a que deriva del sonido onomatopéyico "carr" (en alusión al ruido que produce).
Antiguamente, las matracas y carracas, sobre todo las de mano, se empleaban en conventos y monasterios para llamar a maitines (la primera de las horas canónicas), y que marcaba el primer rezo del día, justo al amanecer. Mientras imagináis a un fraile deambulando por los pasillos del monasterio haciendo sonar estos instrumentos, podéis activar el audio que acompaña al texto con el sonido de una carraca y seguro que llegáis a la misma conclusión que nosotros: no dudamos de que eran un muy buen despertador.
La razón del empleo de estos instrumentos en la Semana Santa viene precisamente de su característico sonido. El motivo es que las campanas no deben ser tocadas en los días centrales de dicha semana (entre el Jueves Santo y el Domingo de Resurrección). De esta manera, fueron sustituidas por unas grandes matracas situadas en las torres de las iglesias con el fin de poder llamar a los fieles a los oficios que se realizan esos días. Por ello, suelen denominarse “matracas de campanario”, también se les puede llamar colegiales o catedralicias. De ahí pasaron a tocarse también durante las procesiones que recorren (o que deberían haber recorrido) las calles. La idea es que ese ruido, en cierta manera, desapacible, potente, y repetitivo, pero, sobre todo seco; transmita la sobriedad propia de la pasión y muerte de Jesucristo, hasta su resurrección (momento en el que regresa el júbilo, motivo por el que ya pueden volver a sonar las campanas). Es ésta también la razón por la cual las Cofradías y Hermandades desfilan con el rostro tapado durante la Semana Santa, hasta la procesión del Domingo de Resurrección que lo hacen con la cara descubierta.
En cuanto a esta tradición en nuestra Comarca, cabe destacar el papel de la Hermandad de Terceroles-Grupo AJB de Calatayud, que, desde los años ’80, han ido recuperado el toque de matracas durante la Semana Santa. En el clip de audio que acompaña el texto podemos oírlas. Como decíamos al comienzo, ya que no podemos vivir estos días en directo, podemos rememorar desde nuestras casas las sensaciones que experimentamos a través de los sentidos, y en el caso de la música el oído es esencial. Así que, os recomendamos que le deis al play, cerréis los ojos y prestéis atención a las sensaciones que os transmite su toque.
Esta Hermandad transporta varias matracas gigantes durante sus procesiones. Una de ellas podría clasificarse como monumental, por su magnitud, y que sin lugar a dudas es impresionante. Está realizada en madera de haya, salvo el mango de las mazas que es de roble. Estos percuten sobre dos tablas, colocadas a cierta distancia para que dicho hueco actúe como caja de resonancia. Se trata de una réplica de una matraca gigante colegial o catedralicia construida por los alumnos de la Escuela Taller de Empleo de Calatayud. Su labor no queda ahí, ya que, la sección de matracas también está compuesta por diversos hermanos que procesionan tocando matracas de mano (y que son quienes nos han permitido grabarlos para el audio que hemos mencionado antes). Otro acto interesante que realizan es la llamada a la misa de Oficios del Viernes Santo por la mañana, haciéndolas sonar desde el campanario de la iglesia de San Juan el Real.
Por último, señalar que en la iglesia de Santa María de Calatayud aún quedan varias matracas de campanario que eran tocadas por jóvenes de la localidad para anunciar a los Santos Oficios que se llevan a cabo en el Triduo Pascual (que hace referencia a los días centrales de la Semana Santa, es decir, desde el jueves, una vez terminada la Cuaresma, hasta el domingo de Pascua). Por desgracia, la llegada de las nuevas tecnologías ha hecho que esta tradición haya quedado relegada por el uso de los medios informáticos. También se tiene constancia de que durante la Semana Santa de Ateca, antiguamente, se recorrían las calles con una carraca de mano. Desconocemos si en otros pueblos existían tradiciones similares, pero estamos seguros de que sí.
Para finalizar, una última curiosidad, la expresión “dar la matraca” toma esa idea de ruido molesto y desagradable para hacer referencia a una persona pesada e insistente o una situación repetitiva y cansina que puede llegar incluso a sacarnos de nuestras casillas.
1Idiófonos: son instrumentos musicales de percusión que tienen “sonido propio” porque usan su cuerpo como materia resonadora. Son ejemplos el triángulo, las castañuelas o las campanas.
Estos son los sonidos (pincha en los enalces):